jueves, 14 de octubre de 2010

The Heat


Empecé a tratar de calcular cuánto tiempo había transcurrido desde que empecé a caminar en este desierto, pero cualquier número iba a ser exagerado. Desde hace un largo rato siento que camino pero no avanzo. Si no fuera porque no ha anochecido, diría que han pasado varios días, pero esta es mi primera impresión, el primer pensamiento que me vino a la cabeza en el momento en que decidí detenerme y pensar. El transcurso anterior había sido, netamente, un proceso mecánico. Lo único que tenía en la mente era que quería llegar a algún lado. Cualquiera, menos esta... nada.
Me detuve y empecé a hacer mis cálculos, ¿Qué distancia he caminado? Esta no era la primera vez que me detenía para hacer esto, lo había hecho cuatro veces más. Me he acostumbrado a hacerlo, memoria instintiva creo que le llaman: a través del condicionamiento podemos acostumbrar nuestra mente a innumerables tareas. Miré hacia arriba, el sol estaba aproximadamente a unos 50 grados de inclinación desde el piso, es decir, en mi cara. Por la posición deduje que eran aproximadamente las 4 de la tarde. Es increíble esto de la memoria. Así mi mente y cuerpo estén extremadamente agotados, nunca falla. Funciona como una alarma. Siento que debo aclarar esto porque un hombre agobiado por las torturas del desierto no debería ser capaz de llevar a cabo estas calculaciones. Yo y mis calculaciones, siempre me detengo a hacerlas. Esté haciendo lo que esté haciendo, así sea contar la cantidad de pasos que tengo que dar para llegar de un punto A, a un punto B. Y calcular el tiempo que me demoraba, para así saber a qué velocidad iban mis pasos. Este tipo de cosas, en realidad empecé a desarrollarlas para aumentar mi capacidad de concentración, un poco irónico dado que hacer esto, caminando por la calle, no me deja como una persona que esté muy atenta de su camino.
De vuelta al desierto; me había quedado viendo el cielo, pensando en estas cosas, alejado un poco de mi realidad. Me fui en una burbuja a otros lugares en el tiempo, lástima que no se aplique al espacio. Exploto la burbuja, estoy de vuelta en este lugar. Tengo que pensar. ¿Hace cuánto salí de casa de los nativos? me acordé de ellos y me puse un poco paranoico. Verán, tengo este problema, no puedo confiar en la gente, siempre me causa mucha intriga lo que la gente dice y lo que piensa. Nunca he sido bueno leyendo a las personas, supongo que esto influye un poco. ¿Será que me dieron mal las direcciones? Los maldije al instante. Creí que la posibilidad de que esto hubiera sucedido excedía el 50% inicial - como les dije, no soy bueno leyendo a la gente, así que todas mis primeras impresiones tienen la misma posibilidad de ser buenas o ser malas - y me preocupé un poco, estaba demasiado cansado. Tenía todavía un par de litros de agua en la mochila. Salí con 5, he consumido 3, uno por cada hora. Me va a tocar economizar un poco, pensé. Si estaba en lo cierto y había tomado el camino equivocado, sólo tenía 2 litros de agua para llegar a cualquier lugar donde pudiera resguardarme. Se supone que era un viaje de 6 horas a pie, por eso me relajé con el agua. Decidí que no estaba del todo perdido, no todavía. Tenía que caminar un poco más, pero las incertidumbres que te produce un panorama como el que estaba observando son inimaginables. Hay tanto de nada, que te pones a pensar en todo. En otro tipo de situación esto sería aprovechable. Pero en mi paranoia, era todo lo contrario. Me senté un rato, para concentrarme en mi respiración y tratar de reducir mi ritmo cardiaco. Traté de poner mi mente en blanco, para economizar energía. Empecé a imaginar el aire, en su circundante travesía por el espacio, hasta el momento en que es succionado por mis narices y comienza un trayecto que nunca se hubiese imaginado. De repente, se encuentra atrapado en un conducto dirigido a toda velocidad a dos cámaras, para ser descuartizado. - Jaja -, es gracioso como le podemos otorgar a todo el carácter de vivo y relacionarlo con nosotros mismos.
Seguí en esas por algún tiempo. Imaginándome todos los viajes del viento, para así agarrar la corriente y viajar con él, ver lo que ve. Lo bueno de no hacer nada más que caminar es que se puede soñar despierto, ya que el cuerpo se automatiza en la actividad y tu mente puede divagar libremente. Sobre todo si estás en un desierto, en donde la verdad no hay muchas preocupaciones a tu alrededor. ¿En qué piensas mientras vas caminando? El otro día vi a dos personas caminando, me refiero a esta situación porque no caminaban con rumbo alguno, no caminaban para llegar a algún lugar, lo cual hace la actividad totalmente diferente, porque en esas situaciones lo único que tienes en tu mente es el destino. Bueno, estos personajes iban sacando las cuentas de cuánto tenían que pagar mensualmente por el carro que habían acabado de comprar. - Qué desperdicio -, pensé. Creo que la mejor forma de viajar es sin rumbo, es en esa situación cuando las cosas son verdaderamente lo que son, y no dejamos que sean influenciadas por nuestras mentes intranquilas. Viajando sin rumbo, el tiempo se detiene y cada segundo es exactamente igual al anterior. Y no se acumulan en una carrera para ver cuál llega primero. Después de exprimir al máximo la magnífica vista que tenía al frente y que los rayos del sol dejaran de afectarme en mis ojos, dado que tuve una confrontación larga y dolorosa con el señor, de la cual salí victorioso, pero con algunas cicatrices que me quedarán para el resto de mis días y me recordarán la gran batalla en el desierto hasta la eternidad. Al final hicimos un trato, el sol es un poco vanidoso y celoso con su imagen. Él considera que solo los más fuertes y los más osados son los únicos dignos de contemplar su belleza absoluta, pero con una sola condición, es bastante astuta y malvada me parece. La condición, o el castigo más bien, para aquellos osados que creen poder desafiar su poderío es grabarles su belleza en su cabeza para el resto de la eternidad. Es como decir: ¿Me querías? Aquí me tienes y nunca dejarás de tenerme, aun cuando cierres tus ojos, ahí me verás. Y me verás tanto que te cansarás de verme, y tu odisea se habrá convertido en nada más que una banalidad, nada más que un paseo a la esquina. Ahora lo puedo ver cada vez que se me antoje, él me ha otorgado esa protección, pero nunca será como esa primera vez que fui anonadado por tanto esplendor, ese es mi castigo.
Admirando a mi contendor una vez más, recordando mi odisea, se pasó por su frente otro ser maravilloso. Ellos son los verdaderos amos del mundo, los que nos ven desde arriba a nosotros, simples seres terrestres. Un pájaro se pasó volando. Qué frase tan poderosa. Ni siquiera sé si deba entrar en más detalles que eso. ¿Qué es más magnifico que ver esa imagen? Él no te pone condiciones para verlo, como mi compañero constante el capitán Sol, que siempre esta retándonos. Él te deja admirar su belleza cada vez que se aparece, y cada vez es igual de magnífica que esa primera vez. Lo único de lo que te dan ganas es de meter un brinco y alcanzarlo, así sea por un instante y preguntarle cómo le hace, rogarle que te enseñe. Evidentemente, si tienes que rogar, es que no estás preparado para eso. Pero solo por curiosidad, aunque ya sepa la respuesta.